En un ecosistema donde solemos asociar el éxito con plantillas gigantescas y presupuestos multimillonarios, la historia de Hollow Knight es un recordatorio brutalmente claro: hoy la grandeza se mide de otra forma.
Un pequeño estudio independiente de tres personas en Australia, Team Cherry, levantó apenas AU$58,000 en Kickstarter. Con ese capital limitado y una visión cristalina, transformaron una idea nacida en una game jam en 2013 en uno de los fenómenos más influyentes del gaming moderno. En 2017, Hollow Knight se lanzó al mundo y conquistó millones de jugadores con un producto artesanal, impecable en su diseño y poderoso en su narrativa visual.
El secreto no estuvo en el tamaño de la empresa, sino en talento, visión, constancia y ejecución disciplinada.
La secuela que rompió Internet
El 4 de septiembre de 2025, siete años después de su anuncio, llegó Hollow Knight: Silksong. Lo que siguió fue histórico: las principales tiendas digitales —Steam, Xbox, PlayStation y Nintendo eShop— colapsaron bajo la demanda. En cuestión de minutos, más de 100,000 jugadores activos simultáneos y millones de pre-registros demostraron que la expectación no era marketing vacío: era comunidad, confianza y reputación construida a pulso.
Team Cherry no necesitó de una maquinaria corporativa global ni de presupuestos de cientos de millones. Lo que tuvo fue algo más valioso: un producto con alma, respaldado por la comunidad y entregado con un nivel de detalle que solo se logra con obsesión creativa.
Delfines contra ballenas: la analogía con el mundo de las startups
Lo que pasó con Hollow Knight no es distinto a lo que ocurre en el universo de las startups. Las grandes corporaciones se mueven como ballenas: pesadas, lentas, con enormes recursos, pero incapaces de girar con rapidez. Las startups exitosas son delfines: más pequeñas, más ágiles, capaces de detectar oportunidades y pivotar a gran velocidad, aprovechando cada ola tecnológica y cultural.
Team Cherry fue ese delfín. Mientras las ballenas del gaming apostaban a megaproducciones de miles de empleados, ellos demostraron que el KPI real no es el tamaño del headcount, sino tener a la gente talentosa en la posición correcta, comunicándose de forma horizontal y empujando todos hacia el mismo punto A → B. Cuando un equipo pequeño se mueve alineado, el avance no es lineal: es exponencial.
Romper mitos en la economía digital
La historia de Hollow Knight rompe el mito de que el impacto global está reservado a los gigantes. Hoy sabemos que el número de personas en un equipo ya no es un KPI. Lo que importa es talento, foco y cultura. La tecnología y las herramientas —desde crowdfunding hasta la inteligencia artificial— democratizan la capacidad de crear. La comunidad es el motor: cuando confía en ti, acelera más que cualquier presupuesto de marketing. Y la constancia y la ejecución pesan más que la “grandeza” inicial: hacer lo correcto, una y otra vez, construye credibilidad.
Lecciones para emprendedores y líderes
La narrativa de Hollow Knight no es solo un caso de éxito en la industria del gaming. Es una metáfora para cualquier empresa o emprendedor.
1. El presente no es de los pequeños… es de los talentosos y constantes. Con visión clara y disciplina, equipos mínimos pueden escalar a millones.
2. La horizontalidad mata a la burocracia. No necesitas miles de empleados para avanzar. Necesitas un grupo de alto desempeño, alineado en propósito y en ejecución.
3. Internet y la descentralización son los nuevos multiplicadores. Hoy la comunicación no depende de los grandes medios: depende de conectar con la comunidad correcta y amplificar el mensaje.
4. Menos es más. No como cliché, sino como modelo de eficiencia, enfoque y creatividad.
Una nueva métrica de éxito
Así como Hollow Knight cambió la forma en que vemos los videojuegos, también nos obliga a replantear la forma en que medimos el éxito empresarial. Ya no se trata de headcount, de oficinas globales ni de presupuestos millonarios.
El verdadero indicador de éxito es la capacidad de poner al talento correcto en el lugar correcto, con un propósito compartido, usando la tecnología como palanca. Ese es el ADN que construye historias como la de Team Cherry. Y es también el mismo ADN que definirá a las startups, a los creadores y a las empresas que entienden que en el mundo digital, lo pequeño y ágil siempre tendrá ventaja sobre lo grande y pesado.
Nota del autor
Como fundador de BrandMe, veo en la historia de Hollow Knight una confirmación de lo que vivo todos los días: no se trata de cuántas personas tienes, sino de qué tan enfocado, talentoso y constante es tu equipo. La diferencia la hace la cultura, la visión y el uso inteligente de las herramientas que hoy tenemos a nuestro alcance.
Cuando inicié BrandMe pensaba que el éxito estaba en crecer el equipo y tener las oficinas más espectaculares. Me repetían: “Mientras más empleados y más grande la oficina, más éxito y. ventas tendrás”. Hoy sé que eso es un mito o bien no garantía de.
El verdadero avance no depende del tamaño, sino de la visión, el talento y el uso correcto de las herramientas emergentes que van saliendo. Con inteligencia artificial y tecnología, un equipo de menos de 20 personas —o incluso 3, como Team Cherry— puede crear proyectos que impacten a millones.
Existen más casos como el de WhatsApp que con un máximo de 55 personas en el equipo lo vendieron a Meta por $ 19,000 millones de dólares o bien el caso de otro videojuego Stardew Valley nació como el sueño de Eric Barone, un joven sin empleo que decidió, casi como un proyecto personal, crear su propia versión moderna de Harvest Moon. Durante cuatro años trabajó en solitario programando, diseñando arte, componiendo música y escribiendo la historia, apoyado solo por la paciencia y fe de su pareja. Lo que empezó como un experimento terminó convirtiéndose en uno de los videojuegos indie más exitosos de la historia: en 2016, sin campañas millonarias de marketing, el juego se volvió viral gracias a la comunidad y rápidamente vendió millones de copias. Hoy, con más de 30 millones de unidades distribuidas, se mantiene como un símbolo de resiliencia y creatividad, demostrando que la pasión de una sola persona puede transformar una industria.
La clave es simple y poderosa: la persona correcta, con la herramienta correcta, trabajando bajo la visión correcta. Eso es lo que marca la diferencia entre crecer linealmente o crecer de forma exponencial.
El mito de que solo las grandes empresas pueden tener impacto ya caducó. Lo que vale es hacer lo correcto, hacerlo con constancia y apoyarte de la tecnología para escalarlo al mundo. Y esa es una lección que no solo aplica a los videojuegos, sino a cualquier industria que busque crecer en la nueva economía digital.
— Gerardo Sordo
Founder & CEO, BrandMe